Merodeando la zona (Leslie)

Leslie Palmer, la más sexy licántropa de la zona, también conocida como Jefa de la Policía, vagaba por las calles en un ataque de 'aburriditis aguda'. Así era, tenía noche de guardia pero los compañeros -atentamente- le habían dado la noche libre para que fuera a relajarse un poco. Maldita panda de gordos comedonuts enfundados en trajes tres tallas menores que las que necesitaban solo para hacer sufrir a los botones de sus atormentadas camisas a punto de estallar. Sabía porqué lo habían hecho. Se ivan a montar una juerga. Seguro que esa panda de infantilones usaban el teléfono oficial para hacer llamadas a programas de radio calentorros o a números de fulanas. Eran imbéciles si creían que Leslie no lo sabía, realmente imbéciles.

Oyó un ruido con sus agudizados sentidos y miró la fachada del ayuntamiento. Apestaba.. a vampiro. Gruñó por lo bajo y se coló dentro para andar sigilosamente de manera humana pero silenciosa como un lobo.

Leslie dió un paso y se dió cuenta de que el ruido de los tacones de aguja color noche la delataban. ¿Para qué esconderse? Era cierto. Si era una vampira o un vampiro podría olfatearla del mismo modo que ella con el otro ser. Se tapó con los dedos la nariz y dió un par de pasos. Ya que esa criatura sería conocedora de su llegada, la haría con sus habituales aires perfectos de licántropa borde e indomablemente sensual. Se subió las gafas de sol al pelo, usándolas a modo de cinta de pelo. Ese pelo que no era otro que una larga melena dorada castaña. Sus ojos miel se clavaron en esa fémina vampira cuando entró en la sala de los docuementos.

No tenía nada contra los vampiros como licántropa, pero sí contra los delincuentes como jefa de policía. Le aguantó la mirada y pasó la mano por delante de su nariz a modo de espantamoscas - apestas a un quilómetro a la redonda. ¿Qué haces aquí? Es un delito. - Dijo seria.

- no soporto el hedor a vampira, lárgate antes de que tenga que reducirte a base de palos - Ordenó con seriedad provocativa. La verdad no tenía nada en contra de las vampiras -y menos si eran hermosas- simplemente hacía su trabajo como Jefa de la Policía del lugar. Sus ojos color miel se clavaron sobre los de la chica mientras se erguía en todo su esplendor, con las piernas algo separadas, siendo más alta gracias a esos tacones que, a su vez, le realzaban las nalgas ocutas bajo ese vestido negro y esa gabardina beige.

- y yo que me toquen - Dijo alzando una mano y agarrándola con más fuerza de la necesaria de esa pequeña muñeca fría como el hielo y dura como el hierro. Dios, odiaba ese tacto mórbido y marmóreo. Era como tocar a una estatua que podía moverse a placer. Ella estaba unos grados por encima de lo normal y ella varios por debajo. No se estrañaría si de un simple roze saliera vapor... Clavó esos ojos miel en los de ella, con esos labios carnosos formando una linea recta, seria.

- y a mi que me deseen y no puedan tocar - Siseó de forma envenenada mientras mantenía bien agarrada la muñeca de esa sensual vampira en alto. Deseaba soltarse de ella pero no podía, a sabiendas que podría ser vulnerable entonces, por lo que no la soltó. Le aguantó la mirada en todo momento - todo cuello tiene su soga y todo culo tiene su polla, vampira - dijo apenas moviendo esos carnosos labios lentamente.

- no soy mal hablada, pero las cosas por su nombre - respondió mirándo fijamente sus ojos. No le hizo demasiada gracia esa maniobra de acercamiento por lo que tironeó de su muñeca para que dejara de avanzar. ¿Qué tramaba con esa maniobra para acortar distancias? Si trataba de morderla le partiría los colmillos de un zarpazo - pues no me obligues a romperlo transformándome en loba - susurró

Leslie la dejó soltarse y se sintió aliviada de ver que todo el frío que sentía en la mano derecha desaparecía. Parpadeó, batiendo sus largas pestañas mientras ella se subía a la mesa y invocaba a algún díos erótico danzando de una manera sensual. ¿Era un ritual de seducción especial para lobas o algo? Arrugó el puente de la nariz y le soltó un seco - ¿qué haces?

- bájate de ahí y deja de hacer el idiota ¿quieres? No lograrás excitarme si es lo que intentas. No me van las sanguijuelas - dijo como si nada y se acercó a paso decidido, dejando que el ruido de los tacones la siguiera como un fiel cachorro, la tomó del vestido y tironeó hacia abajo del mismo modo que una madre tira de la mano de su hijo para que baje del tobogán de una vez por todas.

Leslie miró esos orbes castaños y parpadeó lentamente sin reaccionar al acto. Dibujó una mueca de odio salvaje e irracional para susurrar enseñando al hablar sus perfectos dientes blancos y sus carnosos labios - ni te imaginas cuánto. ¿No te gusta? - se mofó

Esa respuesta no era la esperada por lo que abrió mucho los ojos y no se movió del lugar. ¿Qué tramaba esa vampira andando a su alrededor de ese modo? La loba era ella... ¿desde cuando el cazador era la presa? - pues no debería gustarte - dijo seria y seca.

Leslie arrugó la nariz ante ese comentario de la porra - ¿acaso no hay machos que te penetren que necesitas mi porra? - la retó con la mirada. Claro que llevaba porra.

La loba arrugó la nariz ante su respuesta. Salió del centro de las vueltas de la vampira. No le gustaba que jugaran con ella al juego de la seducció y aún menos que la vacilaran de un modo tan.. sensual. Miró el labio reluciente de ella y se mordió el suyo lentamente. ¿Armada decía? Ella no precisaba de ir armada nunca, lo hacía para que esos ignorantes humanos no sospecharan de su naturaleza mítica. - con mis zarpas me sobro y me basto. Las armas son puro atrezzo - comentó seria