Amanecer en la playa // Alexander

Se alejó de mí caminando lentamente pero al escucharme se volvió y me interrogo de nuevo con esa inquisidora y bella mirada violacea.

Negué con la cabeza ante su comentario con mis labios neutros, sin sonreír ni nada, con una firme mirada oscura y penetrante.
-No he puesto ningún tonito.

¿Loca? No...era yo el que me estaba volviendo loco al contemplar su imagen. Era como un espejo del pasado que me aguijoneaba la mente segundo tras segundo: ''Lucía, Lucía, Lucía, Lucía...''

Negué con la cabeza y me froté las sienes con los ojos cerrados tratando de acallar aquellas voces.
Cuando volví a mirarla, se estaba alejando de nuevo, pero antes se descubrió la manga y el cuello, donde pude ver sorprendido marcas de mordiscos. Inconfundibles...hombre lobo y vampiro...

Corrí hacia ella y la detuve cogiéndola por los hombros y alzándole el mentón para ver la herida de su cuello, dolorosamente reciente.
Mi sed aumentó al ver aquella herida donde bien podría encajar yo mis colmillos, pero me controlé.
-¡¿Qué haces mezclándote con vampiros y hombres lobo?!-solté preocupado.

La dejé en el suelo y me alejé unos pasos conteniendo la respiración y tratando de relajarme, pero al ver sus heridas...
-¿Cuándo y quienes te las hicieron?-pregunté autoritariamente.
No iba a dejar que nadie dañara su piel perfecta y se saliera con la suya, no señor. Era una actitud protectora por culpa de su tremendo parecido con mi antiguo amor, cosa que me mataba.

Sí..estaba loco...y empeoraría por su culpa.
Se alejó y me quedé allí con la chaqueta en la mano sin saber que más hacer o decir, siempre reaccionaba de esa manera con ella en nuestros encuentros.
-Ve con cuidado Cass...-le dijo consciente de que me escucharía a través del rumor de las olas de la orilla.
Con esas heridas, estaba seguro de que había vampiros y lobos acechando...ummm...más diversión.

Sus palabras llegaron a mí debilmente y me extrañe ¿Qué se cuiden de ella? ¿Es qué acaso ella les hacía frente? No...no creo que estuviera tan perturbado como para eso.

Aprovechando la niebla matutina, me desplacé a gran velocidad para cortarle el paso.
-¿Has visto muchos seres de la noche últimamente?-pregunté entre la niebla que acentuaba algo más mi palidez y mi mirada incendiada.

Se quedó a escasos centímetros de mi cuerpo y la observé con frialdad, más allá de la similitud con mi Lucía podía admirar que era unamujer mucho más fuerte e independiente que ella, quizás por la época o simplemente por su espíritu.
-Claro que no...-dije sonriendo irónicamente de nuevo- ¿Te gusta jugar con vampiros?-dije observando con detenimiento la cicatriz de su cuello.

Me empujó y yo mismo me aparté para dejarla pasar disfrutando de su actitud, me gustaba la gente con caracter y ella parecía tenerlo...pero también la notaba nerviosa y algo alterada.
-¿Por qué te mezclas con vampiros? Son peligrosos ¿Sabes?
Jugué con ella acercándome y alejándome oculto en la niebla. Acariciando su cabello, su mejilla, sus labios... era tan cálida.

Seguí girando a su alrededor y entonces vi que se agachaba y sacaba un pequeño puñal resplandeciente. Plata seguramente.
Se lanzó sobre mí y dejé que me llevara contra una abrupta roca de la playa acorralándome allí. Claramente la había dejado hacerlo, podría haberla esquivado y...

La miré sonriendo y asentí.
-Bueno, al menos he comprobado que te las puedes arreglar sola contra nosotros-sabía usar el puñal y era ágil.

La joven de ojos violetas fue más allá y presionó con aquel puñal mi cuello. La maldita plata afilada me quemó y el filo rasgó mi piel dejando que algo de mi sangre resbalara. Me cansé de aquella falsa y con facilidad le quité el puñal de un movimiento de mano y cambié las posiciones inmovilizándola contra las rocas a ella mirándola fijamente.
-Bueno...parece que tan bien no te las apañas...

Sus palabras me sorprendieron y creo que llegaron a extinguir el fuego de mi mirada.
-¿Matarte?
La contemplé en silencio tratando de no cometer ninguna locura como ella esperaba. Bueno, años de esta eternidad me había otorgado cierto autocontrol.
-No cometeré el mismo crimen de nuevo...-aseguré aspirando el aroma de sus cabellos cerrando los ojos y recordando mientras la soltaba con cuidado para que viera que no le haría nada.

La dejé ir...sí, no fui tras ella esta vez, si lo hiciera quizás acabara con las manos manchadas de sangre y es que cada vez que hablaba, que pestañeaba, que respiraba...no veía a Cassandra, veía a mi Lucia... y aquello me mataba, quería tenerla solo para mi...quería su sangre.

Aguardé entre la niebla unos minutos en silencio sumido en mi propia oscuridad y finalmente acabé alejándome de allí.

Quizás pronto nos volviéramos a encontrar...muy pronto y ni ella ni su marido me llegarían a tocar.