El diablo en casa (Alex)+18

Repasé con mi lengua aquellos pecaminosos labios y antes de que me diera cuenta me agarro de cualquier modo y me lanzó con una fuerza bestial sobre el altar.

Reí sentándome en él recuperandome de aquello y la miré fijamente, color sangre en ambas miradas, las dos con un intenso fuego en ellas.
-¿Entonces no te vas a fiar de mí pequeña Sof?-le pregunté con una falsa cara inocente alzando mi brazo derecho para soltar un tirante de aquel sostén negro de encaje.

Reí en voz alta con una varonil carcajada algo ronca y la miré de nuevo poniéndome de pie en el marmol del suelo del altar, a su altura, mirándola hacia abajo, era más alto que mi pequeña.
-¿Estás molesta por lo de esa humana insignificante? Puedo ver en tu mirada el fuego de los celos consumiendote.
Acaricié su mentón y sus labios manchados de la sangre de aquellos humanos.
-Tú sabes que siempre que me lo pidas estaré donde sea para tí y tú para mí.

Con mala cara y obviamente enfadada, me dió la espalda y se alejó del altar dejandome allí plantado como al novio en una boda. Reí entre dientes y la vi buscar su vestido, pero estaba algo alejado de donde buscaba ahora.
-Oh vamos mi pequeña, no te enfades, si sabes que te encanta estar conmigo...

Me acerqué a ella por la espalda y pasando una mano por su cintura, dirigí la otra a su trasero, acariciándolo y bajando hasta la entrepierna por atrás, susurrándole al oído con mi gélido aliento.
-¿Crees que esa humana es mejor que tú? Era solo una mortal con la que he saciado mi sed...

Un leve gemido escapó justo cuando acariciaba su entrepierna lujuriosamente sobre la fina tela de encaje de su ropa interior.
-Tengo un deseo muy voraz, la humana solo era un tentempié, ahora debo de empezar con el primer plato...
REtiré el pelo de su hombro izquierdo para posar mis labios sobre él y ascender por el cuello suavemente.
-Después por el segundo...
Bajé la mano que tenía sobre su cintura hacia su cadera y luego sobre su entrepierna muy cerca de la otra.
-Y el postre...
Mis colmillos rozaron la piel de su cuello y notaba mi miembro rozar su trasero, voraz.

-Un postre exclusivo...
Adentré mi mano derecha por el borde de la prenda inferior de ropa rozando su nívea y fría piel acariciándola.
-Helado...
Llegué a su pubis y atrapé la piel de su cuello con mis dientes sin llegar a morderla, simplemente saboreando la sangre que tenía salpicada por todo su cuerpo. Adentré aún más mi mano exploradora llegando a cierta zona bastante sensibles para las mujeres.
-Dulce y sabroso...
Para torturarla un poco presioné sobre su clítoris moviéndolo en círculos lentamente.

Asentí complacido por sus palabras consciente que nunca recibía un NO por respuesta.
Sabía que estaba disfrutando, que con solo tocarla ya se excitaba, me gustaba hacerla sentir así.

Como aprobación por sus palabras, ahora si que clavé mis afilados colmillos en su piel dejando que la sangre resbalara por su pecho y su cintura mientras la arrastraba hacia el suelo y me situaba sobre ella sin quitar la mano de su entrepierna, postrados en las escaleras del altar, con los frescos y demás ángeles sobre nosotros espiando.

Bebí de ella con ansias y voracidad, su sangre siempre me había parecido muy dulce pero tenía cierto toque picánte que me enloquecía.
Ojala hubiera sido yo aquel vampiro que la transformó para poder probar su sangre humana, debería ser sublime.

Intensifiqué más las lascivas caricias sobre su sexo y bajé acariciando la entrada a su vagina la cual notaba ya húmeda.

Mis mandíbulas presionaron con más fuerza su cuello dejando la sangre manchas el mármol de las escaleras.

LLegó un momento en el que Sophie me agarró del cuello y me apartó del suyo dejando gotear la sangre de mi mandíbula sobre su pecho.
-Es qué no puedo resistirme...-confesé relamiéndome los colmillos con verdadero placer.

Para vengarme por no dejarme continuar, comencé a introducir un par de dedos directamente en su interior, continuando el masaje de su clítoris con el pulgar.
-¿Y tú puedes resistirte?

Moví mis dedos en su interior tratando de profundizar y notando los músculos de su vagina oprimir mi mano, húmeda por sus flujos que facilitaban la fricción.

Mi lengua limpió los restos de sangre de su pecho hasta llegar a su mandíbula. Luego volví a descender y mordisqueé el medio del sostén, donde un lacito lo adornaba, tironeando con mis implacables colmillos para cortarlo en dos.

Reí por sus palabras y la miré introduciendo un tercer dedo para que sus gemidos sustituyeran a sus palabras.
-Quiero descubrir el secreto que oculta esa tal Victoria...
Con una socarrona sonrisa, mordí fuertemente la unión de ambas copas y las solté liberando sus pechos generosos y pálidos. Al estar cubiertos antes no se había manchado de sangre.

Me incliné sobre ellos y lamí su pezón manchándolo con la sangre de mi mandíbula y mi boca, atrapándolo entre mis dientes y rozándolo con la lengua dentro de mi boca.

Lamí con cierta furia sus pechos, egoístamente, arañando su piel con mis colmillos mientras descendía por su vientre plano dejando que mi lengua se alimentara de la sangre de sus víctimas.

Llegué de nuevo al borde de la ropa interior, de un precioso culot negro también a juego con el destrozado sostén que ocultaba su sexo. Quería dejarla expuesta a mí tal y como yo estaba.

Pasé mi lengua por encima de la tela notando cierta humedad, pero volví a subir dejando que mis manos siguieran masturbándola, excitándola, calentando a un vampiro...algo muy extraño.

Con aquel continuo movimiento de mi mano sobre su entrepierna, me concentré en su mirada borgoña, una mirada suplicante hacia mí en aquellos momentos, una mirada qu eme pedía que la hiciera mía...y así haría como hice muchas veces hace tiempo.

ME incliné sobre ella un poco más para alcanzar sus labios y besarlos con una desaforada pasión y hambre, tironeándo de ellos, dejando que mi lengua los saboreara...creando un sanguinario beso mientras todo su cuerpo temblaba bajo el mío.

La pequeña fiera indomable hacía acto de presencía, se revolvía bajo mi cuerpo intentando voltearme, pero aguanté como una firma roca sin moverme, agazapado sobre mi última presa de la noche, disfrutando de sus labios y su sabor.

Quería que disfrutara este reencuentro después de tanto tiempo, no sabía los motivos por los que había venido a este pueblo, pero ahora mismo ni me importaban, solo quería poseer ese salvaje cuerpo que tenía y hacerla mía de nuevo.