El diablo en casa (Alex)+18

Finalmente aquella fiera salvaje desistió en su empeño de quedar sobre mí y se dejó hacer.
Sonreí con altaneria y me pegué a su garganta relamiendo la sangre de la herida que le había provocado llegando a sus labios.
-¿Quieres ser mía de nuevo?-le susurré rozando aquellos carnosos labios enrojecidos por la sangre- ¿Quieres que te haga mía?
Seguí provocándola mientras empezaba a notar el fuego que ardía en mi interior.

Con ella los mimitos y palabras bonitas sobraban...era una fiera insaciable y el sexo puro y duro era lo que reclamaba por esa boquita acabada en afilados colmillos.

Como suponía, mi pequeña fiera reclamaba su premio por el destrozo de la iglesia y sus feligreses y yo se lo daría.
Saqué los dedos de su interior y con brutalidad, le arranqué el fino culot de lencería sin miramientos, dejándola completamente desnuda frente a mí.

Admiré su cuerpo ensangrentado unos instantes pensando en lo perfecta que era, lo condenadamente sexy que me parecía y lo que iba a disfrutar tirándomela.

Me situé entre sus piernas y rocé su entrepierna sutilmente comprobando su reacción.
-¿Seguro?-pregunté de nuevo conteniéndome unos instantes más picándola.

Sus afiladas y cuidadas uñas se clavaron con ese salvajismo que yo reclamaba y veneraba de ella dejando que varios rios de sangre cayeran por mi pecho.

No la hice de rogar más, simplemente la embestí con fuerza adentrándome en su interior lo más profundamente que pude, extasiandome con aquella sesación de dominación.
-¿Esto es lo que querías zorra?-jadeé mordiendo sus labios.

Si, eso era lo que quería sentir. Su interior apresaba con fuerza mi miembro al recibirlo con aquella sorpresa y sus uñas rasgaron la piel de mi espalda.
Gruñí y la miré con los ojos en llamas relamiéndome los colmillos y con una sonrisa de satisfacción.
-Ahhh...serás...mí...toda...la ...noche...-jadeé con cada penetración cada una más salvaje y potente que la anterior.

Apoyé una mano en uno de los fríos escalones de mármol y la otra sobre su cintura, para aferrarme a ella y poder seguir con aquellas embestidas sin ningún control, empujándola fuertemente contra el borde de los escalones, haciéndola mía una noche más, haciéndola sentir de nuevo viva.

Bajé a su pecho y comencé a besar todo su cuello, su clavícula, el nacimiento de los pechos, sus duros pezones. Y me entretuve mordisqueándolos mientras notaba como el fuego me quemaba.

La miré mientras me acoplaba mejor sobre ella y continuaba con mis fuertes y directos movimientos.
Subí la mano desde su cadera hasta su pecho, acariciandolo, admirando su cuerpode diosa.
-Oh vamos...seguro que has catado...algún que otro...inmortal...o inmortal-sentencié medio en broma medio en serio.

Pasé una mano por su cintura y la otra también, levantándola sin esfuerzo en mis brazos aún unidos. Subí las escaleras y acabé posándola sobre la mesa del altar, tirando lo que había encima despejándola y continuando allí, a ''los ojos de Dios''

La recosté sobre el altar de másmol y adornos dorados mientras la escuchaba y me provocaban que reaccionara con más intensidad, penetrándola con más saña.
-No has...cambiado nada...
Recordé la primera vez que se entregó a mí y creo que cada vez se supera más.
Es una fiera indómita que nunca podré domesticar.

Vale, no lo pude evitar, estaba tan concentrado en su cuerpo de diosa, en su dulce y peligroso aroma, en continuar poseyendola de aquel modo... que me sacó de mi mundo de un violento empujon que cambió las posturas y me desterró bajo su cuerpo, tumbado sobre el altar de mármol ahora enrojecido por la sangre.

La miré desde aquella nueva postura donde podía admirarla incluso mejor y la pequeña fiera se lanzó directa a mi cuello.
Reí entre dientes acariciando su cabello ensangrentado y dejé que bebiera de mí, que se alimentara, antes había bebido demasiado de ella.

-Dios...vamos....sigue así...uuff...
Cabalgaba sobre mí como si tratara de domesticar a un caballo salvaje, y lo hacía realmente bien la jodida.